Descurbre nuestra selección de Vinos Blancos con Crianza. Una oportunidad de probar vinos diferentes, con personalidad, sin renunciar a la calidad.
El blanco es básicamente un vino elaborado con uvas blancas aunque también puede elaborarse con tintas; en este caso deben retirarse los hollejos antes de que comience la fermentación del mosto.
Según el tiempo de envejecimiento de los vinos en la barrica y en la botella, los vinos tintos se clasifican en:
Joven o de año: no ha pasado ningún tiempo en la barrica o no el suficiente para ser considerado crianza.
Crianza: ha pasado entre seis y doce meses en la barrica (según lo marcado por las diversas denominaciones de origen), y permanece reposando en la botella hasta cumplir dos años tras su elaboración, antes de poder ser comercializado.
Reserva: como mínimo un año en la barrica y reposo en la botella hasta haber transcurrido tres años desde su elaboración.
Gran reserva: al menos dieciocho meses en la barrica y el resto en la botella, y puede comercializarse tras el sexto año. A esta etapa solo llegan las cosechas excepcionales.
Vinos que realizan una crianza en madera, normalmente de roble, que pasan unos 18 meses en la bodega de los cuales 6 deben ser en barrica. Su comercialización se realiza en su segundo año. La crianza prolonga la vida del vino y le aporta una mayor estructura y complejidad organoléptica. Estos vinos son capaces de madurar y de ganar en complejidad y sofisticación con el paso del tiempo. Los vinos blancos que pueden soportar la crianza no son muchos pero si tienen fuerza, acidez y equilibrio suficiente son sencillamente espectaculares.
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