A finales del siglo XIX, una joven de Figueres se casó, y como dote, su familia aportó unas viñas en el núcleo del Priorat de Masarac (Alt Empordà). Después, estas fueron arrendadas a unos campesinos para que las trabajaran. Esta situación se mantuvo casi hasta la actualidad.
Así, la viña, de una superficie de 12 hectáreas, se extiende alrededor del monasterio románico de Santa María del Olmo y se producen tres vinos diferentes: dos negros y un blanco.
En cuanto a la viña, a lo largo de los años, la mayoría de las uvas que se han utilizado han sido la garnacha, tanto blanca como negra, y la cariñena. Algunas de estas viñas han sido replantadas, pero en cambio, algunas de ellas aún se conservan. Por esta razón podemos encontrar algunas con más de cien años de antigüedad.
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