En Pardas son viticultores de los pies a la cabeza. Elaboran únicamente lo que han cultivado personalmente en la viña, proyectan el vino desde la misma tierra y sólo se sienten elaboradores cuando empieza la vendimia. Ponen en práctica una viticultura cuidadosa, sensible y empática.
Trabajan los viñedos de forma austera, llevando a cabo una agricultura de conservación de corte radicalmente ecológico y no labrando la tierra para evitar su erosión, favoreciendo así la vida en el suelo. Emplean el abono justo y necesario para activar la vida de sus suelos e intentar que cada cepa encuentre su equilibrio con el lugar donde radica. La cepa, con su propio esfuerzo para conseguir agua y nutrientes les proporciona una uva con carácter, expresión y equilibrio propios.
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